SOLEIKA LLOP

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La Astrología, la Cábala, la simbología, la mística y otras muchas disciplinas han sido el pan de cada día durante mi infancia, adolescencia, hasta el día de hoy.

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La Astrología, la Cábala, la simbología, la mística y otras muchas disciplinas han sido el pan de cada día durante mi infancia, adolescencia, hasta el día de hoy.

5. La Nueva Jerusalén

Es un lugar mítico que ha sido descrito por el apóstol Juan en el Apocalipsis. También ha sido llamado tabernáculo de Dios, ciudad sagrada, ciudad o trono de Dios, ciudad de cristal y Jerusalén celestial. Dice el Apocalipsis:

“Los reyes de la tierra irán a la ciudad celestial para entregarle las riquezas de las naciones”.

Eso indica que la Nueva Jerusalén es un espacio psíquico en el que podemos dialogar con nuestro Yo divino para entregarle la quintaesencia de nuestras experiencias humanas, todo aquello que hemos aprendido, siendo “nación”, es decir, viviendo en la diversidad, en la separación. Como el niño que, al regresar de la escuela, le cuenta a su madre todas sus aventuras y desventuras, esta es una de las utilidades de ese espacio psíquico llamado Nueva Jerusalén. Cuanto más pensemos en él, cuanto más lo energicemos con nuestra presencia, más envergadura tendrá y más se irá acercando su cristalización. Desde las neurociencias, se diría que energizar un espacio es crear asambleas neuronales, áreas de reclutamiento neuronal.

Y ¿Por qué nos puede interesar que se cristalice? Pues porque la Nueva Jerusalén es un lugar paradisíaco en el que todo es armonía, luz, color, felicidad, canto, poesía, unión.

Dicen los textos sagrados que solamente entrarán en esa ciudad gloriosa aquellos que tengan su nombre escrito en el libro de la vida del Mesías, es decir, sus discípulos. ¿Qué significa eso, que solo pueden entrar unos cuantos elegidos? Pues no, puede entrar cualquiera, pero desde la energía del corazón, desde el amor.

Juan, dijo en el Apocalipsis:

“Y vi la ciudad santa, la Nueva Jerusalén, que descendía del cielo del lado derecho de Dios, ataviada como una esposa que se engalana para su esposo. Oí una voz grande del trono que decía: he aquí el tabernáculo de Dios entre los hombres, y el mismo Dios será con ellos, y enjugará las lágrimas de sus ojos, y la muerte no existirá más, ni habrá duelo, ni gritos, ni trabajo, porque todo esto ya es pasado… Al que tenga sed, le daré gratis de la fuente del agua de la vida… Me llevó en espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la ciudad santa, Jerusalén, que descendía del cielo, de parte de Dios, que tenía la gloria de Dios”.

Juan se refiere a que en ese lugar sagrado ya no habrá dolor, ni lágrimas, ni tendremos que esforzarnos y luchar para ser prósperos, porque todo nos vendrá dado de forma armoniosa. El agua de la vida es el amor divino, la providencia nos facilitará todo aquello que necesitemos, en concordancia con nuestro Yo divino. Ese es el tabernáculo de Dios, que será con los hombres. Eso indica que en ese estado de conciencia llamado Nueva Jerusalén el Yo consciente, la personalidad episódica y pasajera, actúa de común acuerdo con el Yo divino. Por ello todo se hace fácil.

Sigue diciendo Juan:

“Su brillo era semejante a la piedra más preciosa… Tenía un muro grande y alto, de doce puertas, y sobre ellas, doce ángeles y nombres escritos, que son los nombres de las doce tribus de Israel… La ciudad tenía doce mil estadios, su muro tenía 144 codos, medida humana, que era la del ángel; era de jaspe y la ciudad de oro puro pero semejante al cristal puro. Los fundamentos del muro eran de piedras preciosas… En ella no hay ni Sol ni Luna que la iluminen, porque la gloria de Dios la ilumina. Sus puertas no se cerrarán de día, pues allí noche no habrá, en ella no entrará cosa impura”… (Apocalipsis, XXI).

Este es el comentario que hizo Kabaleb a este texto:

“ Todos los relatos bíblicos reflejan nuestro historial psíquico, son los pasos que vamos dando en nuestro acceso a la conciencia. Cada nombre bíblico, trátese de un lugar o de un personaje, simboliza determinadas tendencias del ser humano. En ese sentido, podemos decir que en nuestra psique se erige, por un lado la Jerusalén profana y por otro, la Jerusalén sagrada. La profana es la ciudadela psíquica que construimos con la inteligencia, los sentidos, las observaciones, en definitiva, con nuestras experiencias. De ella, el Cristo decía que sería destruida una y otra vez antes de que fuéramos capaces de construir la otra, la Jerusalén eterna, la que es inexpugnable e indestructible. Cada vez que nace un nuevo concepto, un nuevo paradigma, como ocurrió por ejemplo con Galileo, con Colón, con Freud o con los físicos cuánticos, la vieja ciudadela psíquica, la profana, es destruida, para luego ser de nuevo levantada.

Y ello ocurrirá hasta que el Yo crístico le dé el golpe de gracia, con la espada del discernimiento, para dejar paso a la otra, a la ciudad eterna. Y es destruida una y otra vez porque, como dice el Maestro, no ha conocido el tiempo en que ha sido visitada, es decir que no ha sabido impregnarse de la luz que la enseñanza crística le aportaba. En efecto, Jesús penetró muchas veces en la ciudadela santa para predicar, pero quienes le escuchaban, en su mayoría, no supieron ver en él, el constructor de un nuevo orden, basado en el amor. Su doctrina ha sido una y otra vez divulgada en infinidad de foros y de iglesias sin que haya llegado a ser bien comprendida.

La Jerusalén celestial es un estado de conciencia que alcanzamos cuando, tras haber superado todas las pruebas, permitimos que el designio divino se encarne en nuestra tierra psíquica y luego en nuestra realidad material. Es cuando el creador y su obra se funden, el observador y el protagonista, el Sol y la Luna, el potencial y la realización, todos se unen, es cuando “la esposa se engalana para su esposo”, según dice el Apocalipsis, es el acceso a la plena consciencia.

Cuando alcanzamos este estado, la magia penetra en nuestras vidas, lo creado es entonces una fuente permanente de inspiración y transformación para el creador. Y todo ello produce un estado inefable de felicidad interior, un ordenamiento perfecto de todas las cosas, esto es el estado llamado Nueva Jerusalén.

Cuando un número crítico de seres haya alcanzado este punto, la ciudadela santa se hará realidad para todos, porque lo cierto es que nuestras disposiciones internas configuran la organización social. Cuando se entronice en la sociedad la Nueva Jerusalén, utilizaremos de forma plena todos nuestros potenciales.

La Nueva Jerusalén será la ciudad del futuro, la ciudad del hombre, en la que todos viviremos perfectamente armonizados, al margen de la necesidad, liberados del trabajo material para trabajar exclusivamente en lo humano, en el desarrollo del pensamiento y de la sabiduría. Será una ciudad sin ruidos, sin polución en la que todo estará coordinado y funcionará perfectamente. Pero antes de que exista en el espacio exterior, tenemos que construirla en nuestro interior. Todo cuanto existe en el mundo ha comenzado por ser una conquista interna, establecida en nuestra morada anímica. Construir esa ciudad ha de ser el objetivo de todos. No dejemos pasar un solo día sin poner, aunque sea una pequeña pincelada en la edificación de la Nueva Jerusalén mítica”.

Dice Jeremías, en la Biblia, que todas las naciones y las doce tribus de Israël se juntarán en la Nueva Jerusalén, en nombre del Eterno. Quienes se hayan acercado a la Alquimia Genética atarán muchos cabos con esta información. En efecto, las doce tribus están relacionadas con las doce áreas del ADN sutil, que pueden ser exploradas a través de la Alquimia Genética.

Kryon dijo, a propósito de la Nueva Jerusalén:

“ La vieja nave, es decir la vieja forma de vida, ya no está. En algunos casos, el hecho se abandoné la vieja nave ha supuesto pasar por una purificación por el fuego. La nueva nave está en construcción. La consciencia humana dará otro cambio y la nueva nave será bautizada con el nombre de Humanidad II-La Nueva Jerusalén, esa nave contiene la promesa de una tierra en paz y de una humanidad sabia que surca sus vigorosas aguas. Hemos dado a la nueva energía el nombre de Nueva Jerusalén, que no es un lugar físico de Israel, es la descripción de una ciudad de paz llamada “la Tierra”, el único planeta con libre albedrío. La Nueva Jerusalén es una metáfora, pero cuyo significado se irá haciendo más claro a medida que piensen en ella. Porque literalmente está situada en el centro del fin del marco temporal de los terrícolas.

La Nueva Jerusalén es una metáfora acerca del potencial de esta nueva tierra para llegar al final de la vieja energía, recalcando que los viejos paradigmas de lucha y odio están obsoletos. Durante milenios, la manera en que funcionaban las cosas era mediante la conquista y la guerra, la nueva energía conlleva el potencial de terminar con todo ello. La Nueva Jerusalén es la Jerusalén última, pero esa no es una metáfora para los judíos, sino para toda la humanidad. A medida que se movilicen para construir esta nueva realidad, existirá una gran oposición, pero esta vez una minoría no logrará esclavizar a la mayoría, debido a su nuevo paradigma. La Tierra entera se verá involucrada en solucionar lo insoluble y en poner orden en el lugar donde la vieja realidad estaba dispuesta a generar un apocalipsis (este texto con tintes proféticos fue publicado en España en el año 2003). Pero existe una ciudad oculta con calles doradas pavimentadas con intenciones. Debajo está la Nueva Jerusalén ”. Kryon, libro IX, canalización realizada en Israel.

¿Por qué Kryon recalca que este no es un mensaje para los judíos, sino para toda la humanidad? Kabaleb lo explica de forma muy clara en su Interpretación del Apocalipsis, un texto escrito en el Año 1983:

Israel simboliza la parte sagrada de nuestra personalidad. La auténtica Israel, o sea, el pueblo elegido, es espiritual y no físico. Lo sagrado que hay en nuestro interior debe ser dispersado y vivir cautivo en las naciones, cautivo de todas las partículas que forman nuestros cuerpos a fin de servir de fermento en ellas y llevarlas a la sacralización. Nuestro Yo sagrado debe vivir sometido a los distintos países internos y constituir en ellos la semilla del Reino, que ha de venir de dentro antes de aparecer por fuera. Mientras este proceso interno no tenga lugar, Jerusalén, nuestro sagrado santuario, será pisoteado por los extranjeros, hasta que lo sagrado se haga sentir en el mundo interno y ponga fin al reino de lo profano. La palabra Israel está formada por las letras hebraicas Yod-Shin-Reish-Aleph-Lamed, y significa: El pensamiento divino, interiorizado en el hombre, une la acción divina a la humana para producir conjuntamente nuevas cosechas. Esta palabra designa al hombre-Dios, creador potencial de un nuevo universo.

Ejemplo

Veamos un ejemplo, el de una persona que se acercó a la Nueva Jerusalén utilizando los protocolos de la Alquimia Genética:

“ Llego a una ciudad muy luminosa, todos los edificios son de cristal, altos, bajos, hay gente que circula. Aquello es pura energía. Se me empiezan a calentar las manos, y los chakras se van abriendo y encendiendo. Nos dirigimos, con los guías, hacia el centro, el que hay un palacio, todo de cristal, todos los personajes de mi pueblo celular y yo estamos con la boca abierta, no se puede describir lo que aquí se respira, emoción, paz, tranquilidad, libertad. Hay un puente, lo atravesamos. Hay en la puerta unos seres que nos preguntan quiénes somos, me presento. Nos sonríen. Hay una gran sala y mucha gente. Se acerca Jesús, (yo me emociono), con su túnica blanca impoluta, acompañado de los 72 genios de cábala.

Nos invitan a entrar. Jesús me abraza, su abrazo de amor y ternura me envuelve. Hay muchos niños que juegan, ríen, saltan, se divierten. Hay música, gente que baila, esto es increíble. Veo una mesa muy larga, con manjares de todas clases y gustos. Bebidas de muchos colores. Esto sí que es una fiesta, esto sí que es divertirse, todo el mundo es feliz, me quedaría para siempre en este lugar. Hay un grupo que está cantando y muchos a coro le siguen. Bailamos.

Al cabo de un rato de estar ahí, Jesús se pone en medio y poco a poco todos nos vamos poniendo alrededor. Alza sus manos, se abre el techo y desde el cielo baja un chorro de energía tan fuerte, tan potente que todos nos quedamos extasiados. Es una luz entre blanca y amarilla.

-Es la energía de la iluminación y es para todos vosotros, “guerreros”- nos dice Yo lloro de emoción y agradecimiento. Disfrutamos de esa paz y esa serenidad. La gente se ve con más intensidad. Mis manos arden y mis siete bombillas están a tope. Mi corazón emite rayos de luz. Esto es fantástico. Salto bailó, esto es la bomba. Después de un largo rato nos vamos recogiendo. Agradecida por qué me hayan mostrado todo esto. Salimos del recinto con la alegría de haber disfrutado de lo lindo. Estoy tan llena de todo, que tengo la necesidad de mandar esa energía a todo y a todos. Me pongo a mandar energía, primero a los más cercanos y poco a poco se va extendiendo hasta llegar a tener la tierra en mis manos llena de energía. Ha sido otra experiencia maravillosa. Gracias ”.

Proponemos una breve meditación, a modo de demo, de cómo puede sentirse uno en ese espacio psíquico llamado Nueva Jerusalén.
Relajación

Colócate en una posición cómoda, sin cruzar las piernas… Cierras los ojos.

Realiza tres respiraciones lentas y profundas, entrando el aire por la nariz y exhalando por la boca, llenando primero de aire tu abdomen y luego el tórax. Das la orden a tu cerebro de rebajar la actividad eléctrica de sus ondas a 4 ciclos por segundo.

Imagina que te trasladas mentalmente al pie del Mont Saint Michel, una montañita situada en Normandía, Francia, arriba de la cual hay un templo dedicado al Arcángel Miguel. Imagina que vas escalando el Monte, como si todo fuera hierba, y a medida que vas subiendo, te despojas de tu ropa, zapatos, adornos, todo lo que llevas encima, te quedas sin nada y cubres tu cuerpo con un hermoso manto blanco tejido con hilos de luz. Con este manto de luz, llegas arriba del todo, penetras en el templo… Entras en una sala cuyos techos están llenos de amatistas, piedras de color violeta. Imaginas que recibes una intensa ducha de energía violeta que penetra por tu coronilla y va bajando por tu cuerpo, sosegando, calmando y tranquilizando todo tu mundo celular. La energía violeta sale por tus pies y notas que tu cuerpo está muy relajado, muy sosegado.

Imaginas que delante de ti hay un enorme diamante, tan grande como una cabeza humana, representa la conciencia colectiva de la Alquimia Genética, imaginas que sacas de tu corazón un hilo dorado y lo enrollas alrededor del diamante.

Invocas la presencia de los 72 Genios de la Cábala, con el mantra Iowaaa Yavesh Ralesh, que los moviliza a todos juntos. Y les dices: Maestros, yo os saludo y os pido que hagáis llegar a mi conciencia solamente las imágenes que yo pueda asimilar y que me sean útiles para comprender mi actual proceso.

Acceso a la Nueva Jerusalén desde la sala de amatistas. Dibujo: Gabriel Viero.

Al fondo de la sala de amatistas, verás una escalera de 9 peldaños, conduce a la Nueva Jerusalén, subes uno a uno los peldaños, en compañía de los 72 ángeles. 1, 2, 3, tres, sientes que poco a poco te vas alejando de la tercera dimensión, dejando atrás todos los lastres, todas las cadenas. 4, 5, notas una vibración muy especial que impregna todos tus cuerpos. 6, tu cuerpo se ha sutilizado tanto que te da la impresión de que estás flotando. 7, notas como si te crecieran unas alas en la espalda. 8, las alas se despliegan y 9, te preparas para penetrar en la Ciudad de 12 puertas, la Nueva Jerusalén Celestial.

Las paredes exteriores del recinto están hechas de piedras preciosas, que representan todas las bellas cualidades que has desplegado a lo largo de tus vidas. Los adoquines del suelo son de oro macizo, estás caminando sutilmente sobre toda la sabiduría que has acumulado en tu recorrido humano. Penetras en el recinto.

– Imaginas que allí te ofrecen una parcela para construir una casa, la edificas con tu imaginación, teniendo en cuenta que allí todas las edificaciones son de cristal, el suelo está pavimentado con oro puro. Amueblas la casa con los detalles que consideres importantes para tu comodidad y pensando en que sea digna para recibir a la parte más sublime y amorosa de tu ser: el Yo divino. Esta será, de aquí en adelante, la morada en la que le invitarás para contarle tus aventuras y desventuras y para recabar su opinión sobre cualquier asunto que te interese plantearle.

– Imaginas que se abre el techo de cristal, la casa y que baja desde el cielo un poderoso rayo de luz blanca que penetra por tu coronilla, atravesando todo tu cuerpo. Dejas que esa luz penetre en todos tus espacios intermoleculares, los irrigue, los energetice. Disfrutas de esa increíble sensación.

– Imaginas que ese rayo de luz sale por tus pies y toma la forma de una copa, esa copa contiene agua de vida, bebes un sorbo y sientes el beneficio que eso produce en tu cuerpo.

– Te despides de ese hermoso lugar al que a partir de ahora sabes que puedes tener acceso y en el que tu alma reposa y se siente como en casa. – Bajas los nueve peldaños de la escalera, de nuevo estás en la sala de amatistas. Das las gracias a los ángeles. Reabsorbes el hilo dorado enrollado alrededor del diamante, lo guardas en tu corazón, te quitas la túnica de luz y recuperas tu ropa. Cierras tus chakras, imaginando que en la coronilla tienes una rosa blanca que va cerrando sus pétalos hasta transformarse en un punto de luz. Lo mismo con entrecejo, garganta, corazón, plexo, ombligo y pelvis. Sales de esta sala, sales del templo, bajas la montañita, y te anclas al suelo creando unas raíces de luz que van desde tus pies hasta el centro de la Tierra. Y regresas al lugar del que has partido, sintiéndote profundamente bien.

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