
El tema de los cambios planetarios que se avecinan ha comenzado a generar una gran controversia en ciertos círculos. Periodistas y entrevistadores de renombre le están otorgando un protagonismo notable. Tanto canalizadores, profetas como videntes, tanto del presente como del pasado, coinciden en que la Tierra podría verse amenazada por un gran asteroide capaz de aniquilar vastas regiones.
¿Podría hacerse realidad la peor pesadilla de Abraracourcix, el jefe del poblado de Astérix, quien siempre temía que el cielo se le cayera en la cabeza?
Tal vez convendría preguntarse: ¿para qué sirve un profeta? ¿Para asustar e intranquilizar al personal? Algunos podrían pensar así. A menudo, asumen el rol de Casandra, la figura mitológica que poseía el don de la profecía, pero cuya voz era ignorada.
Sin embargo, la verdadera función de un profeta debería ser advertirnos sobre un posible futuro, en caso de que sigamos ciertos parámetros. Un futuro que no necesariamente debe materializarse—especialmente si resulta poco apetecible— siempre que tomemos conciencia del mensaje que se oculta entre líneas.
Sabemos que el lenguaje del susto es el que suelen emplear las fuerzas involutivas para motivarnos a cambiar nuestras estrategias de vida. Resulta curioso observar las respuestas de determinados sectores de la sociedad ante los vaticinios de corte catastrofista. Algunos exigen fechas concretas, mientras que otros se preguntan sobre los lugares: si el “catacrack” ha de producirse en el norte, pongamos rumbo hacia el sur… Ya lo decía la Carrá: “Para hacer bien el amor hay que venir al Sur”, ¡y olé!
Se sabe que los más adinerados llevan años construyendo refugios blindados “full equip”, asumiendo que un desastre inminente está a la vuelta de la esquina.
Desde estas páginas, y apoyándonos en los principios de la Alquimia Genética, podemos proponer estrategias alternativas. Por ejemplo, podríamos preguntarnos: ¿de qué está hecho un meteorito? La mayoría de estos cuerpos celestes se componen de rocas. La piedra, estrechamente relacionada con el signo de Capricornio y su planeta regente, Saturno, simboliza dureza, frialdad y rigidez, pero también solidez.
Saturno posee muchas cualidades: aporta estructura, capacidad constructiva y organizativa, así como un sentido de responsabilidad. Sin embargo, en su aspecto menos favorable, puede fomentar la frialdad, la dureza, la intransigencia y el pesimismo. Esto se manifiesta en posturas rígidas e inamovibles, del tipo: “esto es así y no se hable más” o “esa persona me decepcionó, me engañó, nunca la perdonaré.” También se escucha: “mi papá me falló; conclusión: todos los hombres me fallarán.”
Este podría ser el meteorito que amenaza nuestra supervivencia. ¿Y si en lugar de aferrarnos a pensamientos negativos optamos por decir:
“Esa persona me falló porque estaba inscrito en mi hoja kármica; necesitaba experimentar esta situación para aprender. Mi alma así lo planeó. Ahora que lo sé, me comprometo a no hacer vivir esa experiencia a nadie más. Gracias, universo, he aprendido la lección.”
Al ver las cosas desde esta perspectiva, tal vez podamos observar cómo ese meteorito amenazante se desintegra, transformándose en un simple montoncito de polvo. De polvo dorado, ya que el oro simboliza la sabiduría y el brillo interior.
Imaginemos qué sucedería si un número crítico de personas—según Gregg Braden, esto podría ser aproximadamente la raíz cuadrada del 1% de la población mundial, es decir, alrededor de 8000 seres—decidieran pulverizar sus durezas, rigideces, limitaciones y pesimismos, visualizando su meteorito personal como un montoncito de polvo dorado. Lo que ocurriría es que esta amenaza se desvanecería de nuestro panorama humano.
La idea de dirigirnos hacia zonas cálidas del sur no es mala, pero podría interpretarse en un sentido metafórico. Se trataría de ser más cálidos, más tiernos, más amorosos, más compasivos, más entusiastas y más benevolentes.
De esta manera, lograríamos que el cambio planetario que se avecina fuera para mejor, ¡para muuuuucho mejor! Sin duda, así será, a pesar de los agoreros del Apocalipsis.
Un comentario
Demos fuerza a esa idea que has tenido, la de pulverizar nuestras rigideces, limitaciones y pesimismo. El cambio que promueve la AG comienza por uno mismo, siendo así, si nos sumamos a la élite, los que abren caminos, los pioneros, los que creen que un mundo mejor es posible, al menos nuestro mundo particular mejorará y eso bien vale intentarlo.
Gracias por compartir reflexiones tan interesantes que nos hacen tomar conciencia de como activar el compromiso de dejar el mundo un poco mejor que lo encontramos antes de regresar a la base y de llevarnos de vuelta un aprendizaje colosal.
Siempre es un placer leerte. Pilar H.L.