Según la Ciencia más puntera, el universo sería un inmenso fractal. Es algo fácilmente comprobable en la naturaleza. Sin embargo, de lo que no suelen hablar los científicos es de las implicaciones psicológicas de esta grandiosa idea de los fractales, descubierta por el matemático Benoit Mandelbrot. Es un tema sobre lo que solemos trabajar en Alquimia Genética.

Todas nuestras actitudes, cuando se repiten y se transforman en hábitos, crean patrones psicológicos, crean surcos en la psique. Y estos surcos serán recorridos por la energía de nosotros hacia fuera y de nosotros hacia dentro. En efecto, como bien dijo Nassim Haramein, somos el horizonte de eventos hacia el exterior y hacia el interior.

Dicho de otro modo, los patrones psicológicos crean fractales, es decir, imágenes auto semejantes que se manifiestan a través de las circunstancias que vivimos, pero también repercuten en el mundo celular (hablaremos de ello en otra ocasión).

Sentadas estas premisas, podríamos reflexionar sobre las consecuencias que acarrea la tendencia a enjuiciar, a vilipendiar o a criticar, puede llevarnos a recibir de los demás el mismo tratamiento. Esto es innegable, casi de Perogrullo. Pero existen otras consecuencias menos evidentes. Emitir juicios y críticas (hacia las personas, las instituciones, hacia nuestro cuerpo, no importa hacia quién) implica carecer de un ingrediente a la hora de elaborar el pastel de nuestras circunstancias: la bondad/ benevolencia/generosidad/magnanimidad, características del planeta Júpiter (Zeus para los griegos). Enjuiciar, criticar o vilipendiar equivale a alejar a Zeus de nuestra vida. Pero resulta que el rey del Olimpo también está ligado a la expansión, a la abundancia, al poder, a la conquista del paraíso terrenal. Todos estos elementos también podrían distanciarse de nuestra vida.

Si nos falta ese ingrediente llamado expansión, por ejemplo, nos costará salir de los límites de nuestras pequeñas seguridades, de nuestra zona de confort. Nos costará ver más allá de nuestra nariz. Puede que no lo tengamos fácil a la hora de conectar con las grandes corrientes de pensamiento o con el campo cuántico. Puede que no obtengamos de la vida el visado para viajar mucho más allá de nuestro habitual terruño, de forma real o sutil.

En cuanto a la abundancia, no nos referimos solo a la de orden material, sino también a la abundancia de sentimientos, de emociones, de placeres. Habrá quien argumente que hay personas muy prósperas qué hacen alarde de su lengua viperina en los medios de comunicación. Sin embargo, si observamos de cerca sus vidas, tal vez veamos que distan mucho de ser un paraíso. Su despedida de este mundo a veces no es muy gloriosa, como le pasó a aquel famosísimo locutor español cuyo deporte predilecto -nivel Máster Plus- era el vilipendio de todo aquel que no comulgara con sus tendencias políticas. Murió en el mar ahogado en su propio vómito. Son infinitos los ejemplos.

Si carecemos del ingrediente llamado empoderamiento, puede que nos cueste desarrollar las cualidades en las que más podríamos destacar, puede que ni siquiera seamos conscientes de cuáles son. O que siempre encontremos algo o a alguien dispuesto a chafarnos la guitarra o a inmiscuirse en nuestros planes cuando nos disponíamos a hacer algo que nos gusta, nos llena y nos hace sentirnos poderosos.

A todas luces, no parece que salga muy rentable alejar de nuestras vidas la energía jupiterina.

Tips astrológicos para los amantes de la ciencia de los astros: La tendencia enjuiciar o criticar la encontraremos en las disonancias de Mercurio, especialmente las de Mercurio con Saturno. O en los aspectos Mercurio-Nodo lunar.

Soleika Llop