SOLEIKA LLOP

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La Astrología, la Cábala, la simbología, la mística y otras muchas disciplinas han sido el pan de cada día durante mi infancia, adolescencia, hasta el día de hoy.

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La Astrología, la Cábala, la simbología, la mística y otras muchas disciplinas han sido el pan de cada día durante mi infancia, adolescencia, hasta el día de hoy.

29. Salir de la dualidad

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Estamos empezando a comprender que la visión dual de la realidad es obsoleta, que todo es energía. Pero ¿nos hemos planteado lo que significa realmente salir de la dualidad? El nuevo paradigma no puede quedarse en una idea abstracta, sino que ha de poder ser aplicado en todas las parcelas de nuestra realidad. Aplicando este razonamiento a nuestro cuerpo deduciremos que no existen células malignas, ni virus, ni microbios malos y células buenas. Sino un lenguaje de señales que nuestra inteligencia celular emplea para mandarle un “buró-fax” a la consciencia, con acuse de recibo. 

Entonces se nos presentan dos opciones: responder a la señal y tomar cartas en el asunto intentando decodificar la señal, siguiéndole el rastro hasta llegar a la estación emisora, que es el pueblo celular. La segunda opción, la que  hoy por hoy tiene más adeptos, consiste en agredir al mensajero con fármacos, con cambios en la alimentación, o con un coctel explosivo de complementos vitamínicos o de prácticas de medicina alternativa que le quitarán al mensajero las ganas o las posibilidades de manifestarse. 

La persona, al comprobar que el síntoma ha remitido, cantará tal vez las alabanzas del tratamiento en cuestión. Pongamos un ejemplo para aclarar este punto. Imaginemos que en nuestro coche se enciende el piloto del radiador indicándonos que está sin agua, y que, en vez de rellenar el depósito del agua, le damos un martillazo al piloto para que deje de parpadear y de molestar. Pero llevamos al coche al túnel de lavado, le ponemos cera, lo pulimos, le instalamos un equipo de música último modelo, asientos de cuero y unos estupendos alerones. Habremos mejorado nuestro vehículo, sin duda, pero seguirá sin agua en el radiador, poniendo en peligro el motor.

Otro ejemplo: sabemos que todo lo que piensan, sienten o hacen los padres es transmitido de forma instantánea a los hijos a través de los canales psicogenéticos (Chris Griscom ha escrito un interesante libro sobre esta cuestión: Psicogenética) o de lo que se ha dado en llamar la genética de onda. De manera que los niños y los adolescentes son como esponjas que absorben todo cuanto ocurre en su entorno familiar. 

Supongamos que un progenitor, o ambos, están inmersos en un importante caos interior (líos emocionales, infidelidades, problemas laborales, desorientación, desánimo, depresión etc..) o que están alimentando su cuerpo con sustancias tóxicas (tabaco, alcohol, estupefacientes, tranquilizantes etc.) y que nunca hacen sus “deberes” para consigo mismos. Unos deberes que podrían consistir en autoexploración, introspección, meditación etc.. Supongamos que esas actitudes son recurrentes y están perjudicando seriamente a sus protagonistas. Sus retoños recibirán el mensaje a través de la red Innernet, esa telegrafía sin cables cuyo soporte se sitúa en el campo cuántico.

Entonces, puede que acepten el encargo de hacer patente en 3D el mensaje, es decir, de actualizar los potenciales, siendo ellos mismos un ejemplo de caos, de desatención de sus tareas, de conducta desordenada, y en casos extremos, de agresión (peleas entre hermanos o agresividad verbal) u autoagresión, como por ejemplo un desarreglo alimenticio, bulimia, anorexia etc.

En este caso, ¿cuál podría ser el martillazo al piloto del coche? Pues por ejemplo la Super Nani, es decir, la psicología de superficie, que desplegará sus herramientas “full equip”. A lo mejor cogerá a los niños por banda, les escribirá en un tablón: “Julita recogerá sus juguetes cuando haya acabado de jugar con ellos. Juanito pondrá la mesa en días alternativos, turnándose con su hermana. Si lo hacen, Papá y Mamá les llevarán a los columpios”. 

Se establecerá un sistema de puntos, cada vez que Julita y Juanito acaben su plato de comida sin tirársela a la cabeza uno al otro: two points. Y diez puntos equivalen a una entrada al parque de atracciones. Tres puntos por comerse la verdura sin regurgitarla, dos puntos por dejar de pegar mocos debajo del sofá etc.. Y entonces, los niños dejarán de comportarse como neandertales durante una temporada porque una fuerza mayor se habrá colado en el programa –cual virus informático- que les llegaba a través del canal de TV psicogenético.

Si sus progenitores siguen manteniendo las mismas actitudes hacia sí mismos o hacia su entorno –puede ser odiar, engañarse, criticarse, o vilipendiar a todo bicho viviente etc- llegará un momento en que se restablecerá la programación habitual y los niños volverán a las andadas. Salvo que esta vez subirán un poco el volumen, es lo que suele pasar cuando uno se hace el sordo. Entonces, puede que además o en vez de un trastorno del comportamiento, actualicen los potenciales a través de una enfermedad o de alguna disfunción. Este fenómeno se denomina “desplazamiento del síntoma”. Y si no existe una buena conectividad celular en el organismo físico y psíquico de los padres, no habrá integración, por lo tanto no se les ocurrirá relacionar el primer síntoma con el segundo, y volverán a necesitar otra super Nani.

Si he expuesto este ejemplo es porque me han hablado de casos de adolescentes agresivos que fueron sometidos a un importante placaje por parte de especialistas en conductismo –que es la alopatía en versión psicológica, y que consiste en atacar el síntoma- que se reformaron durante unos meses para luego volver a las antiguas conductas. Quede claro que no estoy cuestionando la buena voluntad, de quienes aplican esas terapias, hacen lo que pueden y a veces con mucha entrega y mucho amor, lo que cuestiono es el sistema, que es obsoleto. Porque se sustenta sobre el zócalo de una visión dualista, en la cual hay víctimas y verdugos, buenos y malos, y al verdugo hay que aplacarlo, aunque sea a empujones.

Me viene a la memoria una escena de un conocido programa televisivo en la que un adolescente agresivo fue rodeado –sin preaviso- por un grupo de armarios de cuatro puertas con aspecto de guardas de seguridad de discoteca poligonera, y se vio empujado por ellos, con cierta contundencia, mientras el conductor del programa le decía con voz estentórea: “¿Te gusta? ¿Cómo te sientes rodeado de hombres mucho más fuertes que tú y que te empujan sin contemplaciones? Pues que sepas que así se siente tu madre cuando la empujas y la insultas.”

La escena que siguió fue la que cabía esperar, el chaval se emocionó/conmocionó, abrió su corazón y acabó abrazando a sus progenitores. Y fueron felices y comieron perdices. Pero en el caso de que los padres volvieran a incidir en las conductas que crearon el guion de un hijo agresivo-egoísta con el síndrome del Emperador, el chico volvería a reproducir las antiguas escenas. 

La dualidad es el terreno de juegos de la mente concreta, para salir de él es necesario acercarse a la energía de la unidad, que es la del corazón. Detrás de un niño o de un adolescente problemático siempre se esconde un ser capaz de dar mucho amor, tanto que se arriesga a ser considerado como el “malo de la película” para ayudar (inconscientemente) a sus familiares a crecer en conciencia.

Soleika Llop

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