SOLEIKA LLOP

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La Astrología, la Cábala, la simbología, la mística y otras muchas disciplinas han sido el pan de cada día durante mi infancia, adolescencia, hasta el día de hoy.

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La Astrología, la Cábala, la simbología, la mística y otras muchas disciplinas han sido el pan de cada día durante mi infancia, adolescencia, hasta el día de hoy.

9. El significado oculto de la actividad profesional

Me está pasando algo curioso: desde hace algún tiempo, muchas mañanas, cuando me dispongo a desayunar, percibo una voz interior que me empieza a dictar cosas y no me queda más remedio, entre sorbo y sorbo de infusión, y medio atragantándome con el muesli, que agarrar lápiz y papel. No sé si el culpable es algún ángel guasón e impaciente o qué cualo.

A veces le digo: ¿Pero no puedes esperar a que acabe el desayuno? Pero ni caso, sigue fluyendo la información, como si se tratara de un río caudaloso que amenaza con anegar mis sufridas neuronas si no lo atiendo. Así que, resignada, entre bocado y bocado, voy tomando nota. Hoy le ha dado por hablarme de los colmos. No sé qué mosca le ha picado, pero ese ha sido nuestro diálogo:

– ¿Cuál es el colmo de un médico, lo peor que le puede pasar?
– ¿Y yo qué sé? ¿Pillar una enfermedad iatrogénica?
– No, que su alma le acuse de mala praxis consigo mismo, bueno, lo otro también… ¿Y el de un bombero?
– Estás de guasa hoy…
– Ja, ja, ja, es no saber apagar su propio fuego interior. ¿Y el de un psiquiatra?
– No sé, ¿creer que es el único cuerdo del manicomio?
– Pues que no haya comunicado nunca con su propia alma, porque etimológicamente psiquiatra significa “médico del alma”
– Muy agudo
– ¿Y el de un hombre de negocios o de un banquero?
– Pues llamarse Trichet (hacer trampa en francés), como un ex Presidente del Banco Central Europeo, o llamarse Botín…
– Eso está muy visto… es que no sepa gestionar sus propios valores, su luz, su energía
– También…
– ¿Y el de un periodista?: carecer de una buena conectividad celular y no saber expresar los anhelos de su alma. El de un cómico, no saber conectar con su risa interior. El de un político que no sepa crear convivencia en su comunidad celular
– Eeehhh, que has puesto la quinta marcha, no me das tiempo ni a reflexionar…
– Y el de un actor: no caer en la cuenta que todos sus personajes forman parte de su multiverso personal, que son él mismo con diferentes nombres. Y el de un farmacéutico no saber descubrir su farmacopea interior. El de un informático no saber que él mismo es su propio proveedor de acceso a la red noosférica y que los virus, hackers y piratas informáticos primero se alojan en su psique antes de manifestarse en el exterior.

Y podríamos seguir así hasta que nos dieran las uvas, pero tal vez podamos quedarnos con la idea de que cada profesión o actividad social suele tener una doble lectura, según la contemplemos desde el extrarradio o desde nuestro centro de gravedad, aunque sería más apropiado decir el centro de liviandad, porque lo cierto es que acceder a la fuente hace la vida mucho más liviana.

A veces oigo personas que comentan: “yo iba para médico, pero mi padre me obligó a atender el negocio familiar de frutas y verduras y me quedé muy frustrado porque no pude acceder a mi verdadera vocación”. Pero si consideramos que el padre físico es el embajador y representante del Padre Eterno, del espíritu, aquel progenitor estaba expresando, de forma inconsciente, el anhelo del alma de su hijo, de ser para los demás un ente nutridor, alguien que supiera alimentar a las demás almas, con su luz o con su capacidad de amar. Y mientras no se dé cuenta de ello, a lo mejor le toca vender melones y cebollas.

¿Por qué se sentía aquel hombre tan atraído por la carrera de medicina? Pues quizás porque en otra vida ya la había practicado, ya tenía muchos conocimientos sobre este tema, por ello en esta existencia su alma quería experimentar en otros terrenos. Aquello que más dominamos y tenemos por la mano, es lo que está inscrito en el Ascendente, mientras que los programas nuevos que el alma desea explorar son los que llegan a través del Sol de nacimiento, eso decía Kabaleb en sus Cursos de Astrocábala.

Sea cual sea nuestra profesión o actividad social, no nos ha tocado ejercerla por buena o mala suerte o por azar, sino porque nuestra alma nos ha dirigido hacia ella, por alguna razón de peso.

Proponemos una meditación sencilla para intentar averiguar cuál es esa razón, qué enseñanzas se ocultan detrás de las apariencias.

Meditación

Te sientas cómodamente, con la espalda recta, cierras los ojos, haces tres respiraciones profundas, entrando el aire por la nariz y espirando por la boca.

Das la orden mental a tu cerebro de bajar la actividad eléctrica de sus ondas a cuatro ciclos por segundo. Te trasladas mentalmente al pie del Mont Saint Michel, en cuya cima hay un templo de luz. Imaginas que te diriges hacia el templo, subiendo las escaleras, y a medida que vas subiendo dejas atrás tu ropa, te quedas sin nada y cubres tu cuerpo con un hermoso manto blanco tejido con hilos de luz

Entras en el Templo, verás una sala redonda cuyas paredes y techos están cubiertos de amatistas incrustadas que despiden poderosos haces de luz de color violeta. Imaginas que estos rayos penetran por tu cabeza, recorren todo tu cuerpo, relajando, tranquilizando y calmando todo tu mundo celular. La energía violeta sale por tus pies y notas que tu cuerpo está muy tranquilo, muy sosegado.

Invocas la presencia de Jesús, la Madre María, el arcángel Miguel, el arcángel Metatrón y los 72 instructores de la Cábala. Les pides que te asistan en esta meditación. Entre María, Jesús y Miguel eliges uno de los tres que te acompañará de forma más cercana.

En esta sala de amatistas verás una puerta, la abres, accedes, junto al guía elegido, a otra sala muy amplia en la que hay una gran pantalla panorámica y unas butacas, es lo más parecido a un cine. Te sientas en una butaca. En la pantalla, salen unas imágenes en las que te ves a ti mism@ realizando las tareas habituales de tu profesión. Aparecen en la pantalla algunas personas que suelen formar parte de tu día a día en el trabajo.

En el piso superior se encuentra la sala de proyecciones. Entras en ella, verás un hermoso ser de luz que se ocupa de proyectar las imágenes que aparecen en la pantalla. Ese ser eres tú, en una dimensión más profunda, más implosionada.

Le preguntas a ese ser cuál es su objetivo al proyectar esas imágenes. Cuál es el propósito que se esconde detrás de esta actividad que realizas, qué clase de enseñanzas te aporta.

Tomas buena nota de la información que te llegue. Teniendo en cuenta que te pueden llegar otras respuestas a través de un sueño, de una sin cronicidad o de una anécdota de tu vida cotidiana.

Das las gracias al ser de luz. Sales de la sala de proyecciones, bajas la escalera, regresas a la sala de amatistas. Das las gracias a todos los guías que te han asistido. Te quitas la túnica de luz y recuperas tu ropa. Cierras tus chacras, imaginando que en la coronilla tienes una rosa blanca que cierra sus pétalos y se vuelve un punto de luz, lo mismo en entrecejo, garganta, corazón, plexo, ombligo y pelvis., sales del templo y bajas la montañita. Una vez en el suelo del Mont St Michel, creas unas raíces etéricas que van desde tus pies hasta el centro de la Tierra para anclarte bien al suelo, y vuelves al lugar en el que te encuentras, sintiendo un profundo bienestar.


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