SOLEIKA LLOP

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La Astrología, la Cábala, la simbología, la mística y otras muchas disciplinas han sido el pan de cada día durante mi infancia, adolescencia, hasta el día de hoy.

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La Astrología, la Cábala, la simbología, la mística y otras muchas disciplinas han sido el pan de cada día durante mi infancia, adolescencia, hasta el día de hoy.

La esencia neptuniana

Neptuno no forma parte de nuestro sistema solar, es el último planeta de un sistema solar fronterizo. Vibra a una frecuencia superior al resto de los demás planetas, de modo que sus pulsiones también son desintegradoras, como las de Urano. En la astrología esotérica se considera Neptuno como la octava superior de Mercurio. De modo que si Urano lleva a la espiritualidad por la vía del corazón iluminando el alma pero sin aportarle conocimiento intelectual, Neptuno aportará ese conocimiento. Urano produce el santo, Neptuno el iniciado. 

Si Mercurio es el que revela la ley en las cosas del mundo material, Neptuno será el gran revelador de la ley de los mundos del espíritu. El que aporta el conocimiento de la organización espiritual acercándonos a lo primordial, al Padre. La luz de Urano y de Neptuno juntas pondrán en marcha en el hombre las funciones del tercer ojo místico que permite contemplar las realidades del espíritu. 

Los astrólogos modernos han atribuido a Neptuno la co-regencia de Piscis, junto con Júpiter. Pero si a Urano no se le puede atribuir la regencia de un signo por las razones expuestas anteriormente, tampoco en Neptuno se encontrarán razones que permitan designarlo para tal función.

Neptuno proporciona el conocimiento, revela el objetivo, el plan de la divinidad y a través de él comprendemos con la razón y con los sentimientos por qué las cosas son así y, más que eso, vemos cómo serán las cosas en el futuro. En efecto, Neptuno revela el plan completo de la Creación y en él aparecen los detalles aún no edificados, del mismo modo que en los planos del arquitecto aparece la casa tal como será, y podemos verla perfectamente aunque todavía no exista en la realidad material.

Neptuno aporta una visión del conjunto, es esa torre de percepción desde la que se ve todo y por ello, si nos conectamos con ese planeta, si nos dirigimos a él para preguntarle: ¿Qué es lo que está pasando en tal lugar? ¿Por qué las cosas son así? Él nos responderá. Su respuesta solo puede ser captada con amplitud por la mente y comprendida por los sentimientos. Neptuno aparece así como una especie de espía de nuestro sistema solar, que descubre a la inteligencia de los hombres que son capaces de captar sus radiaciones, el proceso de despliegue de todas las cosas, desde su germen hasta su cristalización final. De Neptuno nos viene el don de la profecía.

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Algunos estudiantes de cábala modernos han colocado a Neptuno en la esfera de Kether, simplemente porque la esfera se encontraba vacía en el esquema tradicional, lo mismo que la de Hochmah. Sin embargo, aunque Neptuno y Urano no hubieran sido descubiertos como planetas, sus nombres estaban presentes en las mitologías. Urano aparecía en ellas como primer generador de la vida, y ese es realmente el papel de Hochmah, a través del cual la Creación se manifiesta.

En cambio, Neptuno aparece la mitología griega como un hijo de Saturno, al que Júpiter, cuando se calza la corona del Olimpo, le da el dominio del mar, o sea, que es Júpiter quien le da atribuciones a Neptuno.

Neptuno nos sitúa pues al mismísimo nivel del Padre, pero no es el Padre, no es Kether, puesto que el Padre es la voluntad que ha puesto en marcha la Obra y la que permite a los obreros hacer acopio de fuerzas para elaborarla a cualquier nivel. Neptuno revela los planos, da una visión de la obra, pero no es el que la ha concebido. Siendo un planeta de otro sistema solar, un sistema fronterizo al nuestro, será el último de los planetas de ese sistema, puesto que es el más próximo a nosotros. Entonces podemos imaginarlo como una ventana tendida sobre nuestro sistema solar, desde la que se pudiera ver todo cuanto ocurre en la obra vecina. Si nos subimos una torre, la torre Eiffel, por ejemplo, podemos ver todo lo que sucede en la ciudad; lo podríamos ver si dispusiéramos de unos prismáticos lo suficientemente potentes como para observar los detalles del paisaje que a simple vista no se ve.

Las disonancias de Neptuno indicarán que el mensaje no llega correctamente al individuo y que, por lo tanto, se producirán errores de interpretación. Los errores son tanto más nefastos cuanta más alta es la verdad que revela. Producirán pues un conocimiento fragmentario de la organización cósmica, dando lugar a un comportamiento inadecuado y tendiendo a dar como válidas leyes que no lo son. De ahí que las disonancias neptunianas sean tan perturbadores para el individuo que los soporta, ya que estando persuadido de que el error es la verdad, se reafirmará en un comportamiento erróneo creyendo firmemente que se encuentra en lo verdadero.

Todas las personas que se ocupan de las ciencias ocultas están relacionadas con Neptuno, ya que precisamente las ciencias ocultas tienen por objeto revelar la organización cósmica. Si Neptuno forma disonancias en sus temas astrales, entonces tendremos sistemas descabellados, observaciones erróneas y, sobre todo, conductas desordenadas que esos adeptos del ocultismo tenderán a justificar otorgándoles hipotéticas virtudes (drogas, psicoactivos, escapismo, magia negra etc.).

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