Marte rige los signos de Aries y Escorpio. En Aries, Marte proyecta su esencia zodiacal con fuerza hacia la cabeza del individuo, a fin de que el designio divino penetre en él. Ejerce pues funciones de inseminador de la espiritualidad, proyectando en el cerebro la semilla espiritual que permitirá al individuo comprender la Ley —su propia ley— por dentro.
A través de Escorpio, Marte efectúa la inseminación por los órganos sexuales. Las fuerzas marcianas son entonces utilizadas por la energía de Escorpio para armar el miembro masculino, convirtiéndolo en canal de proyección de la simiente al receptáculo femenino. Marte produce las formas físicas que han de servir de soporte a los cuerpos espirituales y es, por extensión, el productor de todas las formas materiales que crea el hombre gracias a su trabajo. De ahí que Marte sea considerado como el planeta del trabajo.
Marte ejerce las funciones de portador de vida ya que, a través de Aries, introduce en el hombre los gérmenes de la vida divina. Y de portador de muerte, puesto que a través de Escorpio, nos facilita las formas físicas que, en el estadio actual de nuestra evolución, sólo pueden contener las energías espirituales durante un tiempo, de modo que esas formas están destinadas a morir y ser renovadas.
La posición de Marte en un tema astral puede considerarse como un punto de arranque del trabajo de regeneración de una naturaleza corrompida, se ocupa de restablecer la justicia cuando la hemos vulnerado.
Las disonancias marcianas pueden dar a una persona obsesionada con el sexo o un iluminado extravagante. Pueden dar asimismo un temperamento violento.