De todos los errores capitales, la soberbia es el que más funestas consecuencias trae para la persona que la sufre, porque está relacionada con el Sol, el cual afecta de una manera global todas sus funciones. Los demás errores capitales afectan a determinadas tendencias, dejando a otras la posibilidad de actuar correctamente. La soberbia en cambio no lo hace, es una disfunción de la voluntad y está presente en todas las motivaciones, cualquiera que sea la importancia de la acción a realizar.
Del Sol provienen las energías que ponen en movimiento los mecanismos de la voluntad en el ser humano. Normalmente, esas energías pasan por los engranajes humanos, que las transforman en acciones. Si el hombre no está maleado, si su conciencia se encuentra en condiciones de imponer su criterio, esos actos, producto de las energías solares, serán conformes a la ley cósmica, puesto que son generados por el normal funcionamiento del universo.
En cambio, si las energías solares no se transforman en actos y se conservan dentro del organismo psíquico del individuo, pueden producir una sobrecarga energética que puede llevar a la persona a iluminarse por dentro. Esa luminosidad interior puede conducir a un efecto positivo y a otro negativo.
El primero consiste en tomar conciencia de la vida universal, en descubrir la realidad trascendente y saber que uno forma parte del cosmos. Entonces, ese individuo ya no será una máquina funcionando al ritmo del universo, sino un colaborador consciente de la obra divina y proyectará el chorro energético concentrado en él para diluir cristalizaciones y transmutar lo que está fosilizado.
Pero si el individuo, en su fuero interno, no es lo suficientemente humilde como para sentirse una minúscula parte del todo, la luminosidad interior puede derivar en una súper-consciencia de sí mismo, y entonces podría creerse un ser separado del resto de los mortales, portador de una misión, poseedor de una sabiduría que hace de él un predestinado, un «salvador», un ser de élite. Todo en su interior estará trabajando para la edificación del propio Yo y ese edificio de la personalidad podría transformarse en una muralla susceptible de separarlo de las grandes corrientes del pensamiento colectivo. De modo que ya no penetren en él las ideas renovadoras, excluidas por la barrera de sus propias certidumbres, que irán así convirtiéndose en arcaicas y desuetas.
Tal vez no trabaje en asuntos de primera línea, sino que pondrá su personalidad al servicio de causas irrisorias, que a él le parecerán sublimes, y para poder conservar su hegemonía, pronto tendrá que ser el enemigo de los auténticos renovadores, porque ante ellos se hará patente la poca consistencia de sus principios. La soberbia no es pues solamente un peligro para quien la padece, sino una lacra social de primera magnitud.
Los efectos sobre la persona consisten principalmente en cortarla de la fuente cósmica, haciendo de ella un ser separado, algo parecido a un islote de aguas encharcadas, en las que podrían amontonarse los parásitos. La soberbia puede derivar en un incorrecto funcionamiento del corazón, órgano regido por el Sol en el cuerpo físico. El correctivo de la soberbia, es la humildad. Para poder avanzar hacia ella, es preciso que el soberbio tome conciencia de su estado y esté dispuesto a trabajar sobre sí mismo.
Fuente: Cómo Descubrir al Maestro Interior, Kabaleb