1.3 las fuerzas planetarias

Hablaremos de las fuerzas planetarias desde el ángulo de la Astrocábala, una disciplina que tuvo en Kabaleb a su principal impulsor, y que representa una unión entre la Astrología y la Cábala.

Para la Astrología convencional, los planetas son fuerzas que, desde el exterior, actúan en determinados momentos sobre el individuo. Para la Astrología cabalística, los planetas actúan desde el interior, ya que el ser humano aparece como un micro-cosmos conteniendo en sí todos los elementos del macro-cosmos. Pero la diferencia esencial entre la Astrología convencional y la Astro cábala reside en que, para la primera, las fuerzas planetarias son energías impersonales, corrientes ciegas, mientras que para la Astrología Cabalística los planetas están personalizados por una Entidad con la que se puede dialogar. 

Esas entidades, a las que se refiere Kabaleb, son los 72 Genios o Ángeles de la Cábala. Cuando una de estas Fuerzas es activada, el objetivo supremo es que tomemos conciencia de ella, que la descubramos y la incorporemos a nuestro saber, a nuestra sabiduría. Si este proceso interno no puede realizarse, por no existir espacios disponibles en nosotros para acoger tal realidad, entonces es cuando la Fuerza se exterioriza y se convierte en acto, en episodio, en personajes que representan, escenificando, lo que interiormente no hemos podido comprender. Vemos así que la acción es el otro polo de la comprensión y, por lo tanto, las cosas que nos suceden representan lo que nuestra sabiduría no ha podido asimilar sin necesidad de imágenes.

Nota: Lo que describe Kabaleb es lo que la Física Cuántica denominaría como el paso de la onda a la partícula. La onda sería la energía, el acto sería la partícula. Cuando la onda colapsa, pasa a ser una partícula, algo físico, detectable (ver en Glosario: “colapso de la función onda”).

Si esa Fuerza, que en un momento dado se dinamiza pidiendo existencia, encontrara espacios disponibles en nuestro cuerpo del alma, algún día también llegaría al exterior, pero entonces su exteriorización sería unitaria. Es decir, se manifestaría con las múltiples tendencias que el Ego Superior va integrando en el alma humana: sería una pincelada dentro de un conjunto armónico, como una voz dentro del inmenso coro polifónico que el Ego Superior va organizando. 

El comportamiento unitario hacia el cual todos avanzamos, es aquel en el que cada gesto, cada palabra, sirve para exaltar y magnificar otros gestos y otras palabras, que a su vez acentúan la armonía de gestos y palabras anteriores, en una cadena sin fin. Entonces podemos decir que nuestra vida es un exaltante concierto y que estamos viviendo la música de las esferas.

Nota: Kabaleb se refiere aquí a la convergencia, por oposición a la divergencia.

En cambio, cuando somos violentos con Marte, tiernos con Venus, críticos con Mercurio, tolerantes con Júpiter, etc. es señal de que no unificamos en nuestra alma la ciencia divina y nos encontramos sometidos a la ley de lo múltiple, a las anécdotas, peripecias, acontecimientos, avatares en los que el “culpable” siempre nos aparece bajos los trazos del “otro”, el rival, el enemigo, ese tipo detestable que estropea nuestra felicidad.

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