
Dijo Kabaleb:
Cuando los atributos de un planeta se manifiestan en la forma, es señal de que sus energías no han sido utilizadas en el fondo. Cuando un impulso energético no logra movernos espiritualmente, se refleja en la realidad material en forma de anécdotas.
Una idea muy junguiana. Veamos qué puede ocurrir si se exteriorizan los potenciales de cada uno de los planetas de nuestra carta astral. Es decir, si la onda colapsa, si creamos decoherencia.
Sol: Si existe una necesidad constante de brillar intensamente, de aparecer en todas las fotos y de asumir el papel de salvador de la patria o héroe, esto puede indicar que la conciencia no está plenamente activa. La persona podría no estar ejerciendo adecuadamente su ecuación de decisión, su voluntad, su intención, dejándose llevar por la corriente. Esta situación puede reflejar que la persona no ha reconocido su brillo interior y su luz, lo que la lleva a buscar focos externos para iluminarse.
Es importante distinguir entre brillar de forma natural debido a un papel relevante en la sociedad y la necesidad compulsiva de destacar; existe un matiz significativo entre ambos.
Del Sol emanan las energías que impulsan los mecanismos de la voluntad. Normalmente, estas energías fluyen a través de los engranajes humanos, transformándose en acciones. Si el ser no está distorsionado y su conciencia está activa, esos actos se alinearán con los anhelos de su Yo divino.
Por el contrario, si las energías solares no se convierten en acciones y quedan atrapadas en la psique, puede producirse una sobrecarga energética que le lleve a iluminarse internamente. Esta luminosidad puede abrirle los ojos a la vida universal, permitiéndole transformarse en un colaborador consciente de la obra divina.
Si el individuo carece de la humildad necesaria para reconocerse como una diminuta parte del todo, la luminosidad que emana de su interior podría llevarlo a desarrollar una súper consciencia de sí mismo. En este estado, podría verse como un ser separado de los demás, portador de una misión especial y poseedor de una sabiduría que lo convierte en un predestinado, un salvador o un ser de élite.
Este enfoque egocéntrico puede hacer que todo en su interior se enfoque en la construcción de su propio Yo, creando una muralla que lo aísla de las grandes corrientes del pensamiento colectivo. Como resultado, las ideas renovadoras dejarán de penetrar en su mente, siendo excluidas por la barrera de sus propias certezas, que con el tiempo se volverán arcaicas y obsoletas.
Luna: Si existe una necesidad constante de desempeñar el rol de mujer en todo momento, de vivir única y exclusivamente a través de los hijos y las obligaciones familiares, de pasar largas horas en la cocina, de gastar energía en muchos cotilleos o de agotar la tarjeta de crédito en compras innecesarias, esto puede indicar que la mujer quizá no esté ejerciendo su auténtica feminidad.
Es posible que no esté activando su capacidad intuitiva, ni comprendiendo las circunstancias desde su interior, ni dialogando con su alma. La verdadera feminidad se manifiesta en ser la cuidadora, la gran madre que nutre su entorno con luz y amor.
La Luna promueve la imaginación, permitiendo que la mente explore diferentes dimensiones. Por un lado, se eleva hacia alturas inaccesibles, estableciendo puentes en territorios aún inexplorados por la razón. Por otro lado, desciende a los abismos de la lógica, donde ideas arcaicas y profundamente enraizadas necesitan la disolución de las sales lunares para liberarse de sus ataduras.
Si la fuerza lunar no se moviliza en la dirección adecuada, la imaginación se bloquea, y todo permanece estancado, con la mente atrapada en atavismos ancestrales. En el mundo físico, la Luna rige las funciones de disolución y coagulación de los elementos, proporcionando una renovación periódica a los átomos y moléculas, en sintonía con los ritmos del universo.
La Luna actúa como un vínculo con el acontecer universal, transmitiéndonos los mensajes de los demás cuerpos planetarios. Si estas funciones se obstruyen, podemos convertirnos en una especie de «tierra muerta», no transitada por las grandes corrientes renovadoras que provienen del cosmos. En este estado, nos volvemos perezosos, viviendo como zombies, atrapados en rutinas monótonas.
Mercurio: Si la persona padece de incontinencia verbal, sintiendo la necesidad de hablar para llenar vacíos o convencer a los demás, absorbiendo la energía y la atención del entorno, tal vez no esté sacándole el mejor provecho a su potencial mercurial. El que permite actuar como un «correo del Zar», es decir, traer a la Tierra la información del cielo. En otras palabras, se trata de canalizar hacia la realidad tridimensional toda la luz que la persona puede captar de las esferas más sublimes de su ser.
Venus: Si la persona necesita ir por la calle ataviada como un árbol de Navidad, o provocar sexualmente al personal vistiéndose de forma provocativa, puede ser un indicio de que las cualidades venusianas de la belleza, la armonía, la delicadeza, el arte, la diplomacia y la unión no se están cultivando por dentro.
Marte: Cuando Marte ejerce su influencia por fuera, puede inducirnos a ser adictos al trabajo, o bien a manifestar comportamientos agresivos, rudos, iracundos, como sargentos de caballería, o a obsesionarnos con el deporte y el fitness. Estas actitudes pueden ser indicativas de que no estamos utilizando de manera óptima nuestra fuerza marciana.
Esta energía marciana nos impulsa a crear y a realizar el trabajo humano que nuestro espíritu anhela. Nos invita a poner manos a la obra, a experimentar y a comprometernos con la vida y la evolución, tanto la nuestra como la de los demás.
Júpiter: Cuando Júpiter se mueve desde la periferia, puede llevar a la persona a adoptar actitudes grandilocuentes, histriónicas o megalómanas. En ocasiones, incluso puede volverse excesivamente chistosa, llegando a resultar pesada. Este tránsito puede inducir comportamientos como el sobrepeso, la necesidad de ocupar mucho espacio y el deseo de invadir el terreno de los demás, buscando ejercer poder de manera ostentosa en el ámbito social.
Estas conductas pueden ser un indicativo de que la persona no está empoderándose desde su interior y aún no ha descubierto su verdadera grandeza.
Saturno: Cuando Saturno se experimenta desde una perspectiva externa, puede llevar a la persona a volverse enjuta, rígida y extremadamente delgada, tiesa como una mojama. Su comportamiento puede tornarse distante, cortante y con una tendencia a juzgar severamente. Estas actitudes pueden ser indicativas de que la persona no ha descubierto su propia ley ni su programa de vida, así como tampoco su propia justicia, que es la capacidad de cristalizar los impulsos que recibe del espíritu.
Urano: Cuando la fuerza uraniana se manifiesta desde el exterior, puede inducir a las personas a ser estrambóticas, excéntricas, radiactivas, neurasténicas o excesivamente iconoclastas en su forma de vestir, pensar, expresarse o actuar. Estas conductas pueden ser un indicio de que la persona no está conectando con su intuición, su sabiduría y su libre albedrío. También pueden señalar una desconexión de su capacidad de sanación, de amar incondicionalmente y de experimentar una revolución y renovación interna.
Neptuno: Cuando la energía neptuniana se manifiesta desde el exterior, puede llevar a las personas a buscar paraísos artificiales, a estar fuera de órbita y a adoptar conductas desordenadas. Pueden experimentar alucinaciones, volverse muy bohemias y anárquicas y sentir la necesidad de destacar por su extravagancia y surrealismo. Estas actitudes podrían ser un indicio de que no están aprovechando plenamente las esencias de este planeta, las cuales facilitan la conexión con el multiverso, otros planos de conciencia y la súper mente cósmica.
Plutón: Cuando Plutón se manifiesta externamente, puede provocar auténticos seísmos, convirtiendo a la persona en un verdadero terremoto para su entorno, pura deconstrucción con patas. Con una tendencia a manipular y a mover las cosas bajo manga. A menudo, se le describe como un volcán en permanente erupción. Estas características pueden ser un indicio de que no está utilizando adecuadamente su potencial para regenerar, transformar, purificar, renovar y transmutar, así como para explorar su inconsciente y sacar a la luz sus contenidos.
Estas son solo pinceladas sobre cada planeta, pero ofrecen una idea aproximada de lo que ocurre cuando las energías de cada fuerza zodiacal no se utilizan de la manera más idónea. (Fuente: Cursos de Astrocábala de Kabaleb)