21. Megapalabros versus pequeños gestos

Los cambios de era -como el que estamos viviendo, de Piscis Acuario- suelen ir acompañados de grandes palabras, de conceptos grandilocuentes. Que si estamos pasando del carbón al silicio, que si el salto cuántico a la 5D, en algunos foros incluso se habla de pasar así, de forma directa de la tercera a la quinta dimensión, puenteando la cuarta en plan equilibrista de circo.

¿No será que esa grandilocuencia es una especie de escondite, como una valla, semejante a la de los cosos taurinos, detrás de la cual nos agazapamos? ¿Con qué intención? Pues quizás fingir que no nos enteramos de que, en vez de grandes palabrejas, el cambio de era puede que nos esté pidiendo pequeños gestos. Que pueden traducirse en un abrazo, en una mirada bondadosa, en un “te quiero sin peros”. En un “estoy a tu lado pase lo que pase”, en un “sea cual sea la pregunta, la respuesta es sí”.

Hace unos años, cuando uno de mis hijos tuvo un grave problema de salud, que me dejó emocionalmente contra las cuerdas, recibí un mensaje de un amigo muy especial, me dijo: Cuando estabas en el hospital, temiendo por la vida de tu hijo, ¿no notaste mi mano sosteniendo la tuya? Aquel fue un pequeño gran gesto que nunca olvidaré y por el que aquel amigo siempre tendrá un palco de honor en mi corazón.

Me vienen a la memoria unas palabras de mi padre, que me dijo un día muy serio: Un iniciado nunca dice que no. Recién estrenada mi tierna adolescencia, este razonamiento me pareció una afrenta y le contesté: ¿Pero qué dices? Si alguien quiere hacerme daño, tengo que aceptar, sin más? Y él me soltó, con mucha parsimonia: En este caso, no serás una iniciada. Me costó unos cuantos años de hondas reflexiones y otros muchos mandobles emocionales comprender la profundidad de aquel pensamiento.

Pero volvamos a ese curioso salto circense que se menciona en algunos foros, el que consiste en puentear la cuarta dimensión, aquella donde residen las emociones, los sentimientos, los sueños.  Querer alcanzar las alturas de los chakras superiores -el 6º de la visión etérica y el 7º de la conciencia pura y la conexión con dimensiones más elevadas- sin haberse sacado los diplomas del 4º es como querer emular a Ícaro, que quiso volar hasta el Sol con alas de cera. Del batacazo que se pegó no lo pudo contar.

Para alcanzar la quinta dimensión, la de la consciencia, para poder asimilar en toda su amplitud todas esas grandes palabras, conviene haber sido pródigo en pequeños gestos de estos que acarician el alma y la hacen vibrar. De esos que son capaces de plancharte las arrugas en un abrir y cerrar de ojos y que te hacen decir: gracias universo.

¿Qué quieres un ejemplo concreto para poder sentir esas mieles de la cuarta dimensión? Escucha las palabras que el cómico Ángel Martín dedica a sus oyentes al finalizar cada una de sus locas alocuciones del Informativo Matinal Express. Les dice: Mírame a los ojos, mírame, leñe, te digo que me mires: ¡Te quiero!

El resto de su discurso nos puede arrancar una sonrisa si somos capaces de escucharlo sin marearnos (debido al ritmo acelerado de sus palabras), pero ese te quiero final es como la guinda del pastel y nos deja un sabor de boca muy dulce. Menos megapalabros y más pequeños gestos. 

Soleika Llop

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