Se están dando las condiciones para que volvamos a vivir el gran Éxodo, para que se vuelva a reunir el Pueblo Elegido de Dios, solo que esta vez no será un proceso exterior, sino interior. El envite consiste en rescatar a un pueblo, a una agrupación de tendencias que estén dispuestas a salir de las tierras en las que han sido esclavizadas por el Faraón/ego personal, por la Matrix, para dirigirse hacia los territorios de la leche y la miel. Hacia el Sinaí, que simbólicamente representa la conexión con la divinidad, con el núcleo del ser.
Cuando se manifiesta por fuera, Plutón puede provocar seísmos, haciendo que la persona sea atómica, un auténtico terremoto para su entorno, pura deconstrucción con patas, con tendencia a manipular y a mover las cosas bajo manga. Es posible que entonces la definan como un volcán en permanente erupción. Y ello puede ser un indicio de que no está utilizando convenientemente su potencial para regenerar, transformar, purificar, renovar, transmutar, para explorar su inconsciente y sacar a flote sus contenidos.
Estas son solo pinceladas, pero sirven para hacerse una idea aproximada de lo que ocurre cuando las energías de cada fuerza zodiacal no son utilizadas de la forma más idónea.
La mejor fórmula para lograr que la energía de este coloso conspire a nuestro favor, tal vez, consista en meditar mucho, en conectar con nuestras profundidades -es lo que hacemos en Alquimia Genética- para sacar a flote nuestra facultad llamada Perséfone -la parte femenina de Plutón- que representa la Nueva Tierra, la que está más allá de la Tierra física, de la realidad en 3D. Es decir, la tierra regenerada la cual, gracias a esa regeneración, puede albergar una nueva vida, nuevos hologramas, nuevos constructos mentales.