Aspectos

En astrología, un aspecto es una relación angular entre dos puntos de la carta astral, medida en grados, que refleja cómo los planetas interactúan entre sí.

Las fuerzas planetarias son corrientes energéticas que inducen al ser humano a actuar de una determinada manera, a desplegar ciertas cualidades. Según los aspectos que forman entre ellas, adquieren en un momento dado protagonismo como para mostrarnos su naturaleza. Los aspectos astrológicos son una representación simbólica de sus movimientos, pero también de los diálogos que mantienen entre ellas. 

Son un lenguaje geométrico, ya que cada aspecto está representado por un símbolo geométrico, “geo” significa tierra y “metría” significa medir. La geometría podría ser definida como el arte de la medición de nuestra tierra humana. Tierra en el sentido de parcela de realidad, la que se nos concede para realizar nuestras experiencias en la 3D. 

Pero la geometría también puede ser entendida como el arte de enlazar los conocimientos, pero no sólo en nuestras propias redes neuronales sino también en las de la conciencia colectiva. Representa la medición de una experiencia determinada, la evaluación/comprensión. Cuando tomamos medidas de algo, es para poder realizar un trabajo sobre ese asunto. El sastre mide el cuerpo para poder crear un traje. El arquitecto o el ingeniero miden el terreno para poder construir una casa.

Los movimientos/aspectos planetarios nos ayudan a medir nuestras fuerzas, a saber evaluar cómo vamos a instrumentalizarlas para moldear nuestras circunstancias. Existen movimientos armoniosos, dulces, gráciles y suaves como los de un cisne o una gacela, se denominan “aspectos favorables”. Hay otros en cambio que tienen la gracia y la suavidad de un velociraptor que sale de caza, son los llamados “aspectos disonantes”.

Son como una especie de pulso que las fuerzas en liza mantienen entre ellas. Hay planetas rápidos cuyos pulsos son de corta duración y planetas lentos que lo hacen tomándose su tiempo, y duran y duran, como las pilas alcalinas. Evidentemente, la puesta en escena será distinta en ambos casos, el combate entre dos cisnes no revestirá nunca los tintes dramáticos o espectaculares que puede tener una lucha entre dos velociraptores. 

Hay fuerzas planetarias que nos proporcionan carburante energético para hacer pequeñas cosas, para atender asuntos cotidianos y solucionar papeletas del día a día. En cambio, hay otras que nos aportan gasolina, no para mover una motocicleta, sino para desplazar un tráiler. 

En el Zodíaco, encontramos pesos pluma y pesos pesados. En una motocicleta, podré llevar una mochila con unos cuantos bocadillos, en un tráiler, en cambio, puedo transportar grandes cantidades de alimentos. Hay fuerzas que nos impelen a actuar sobre la colectividad.

No es lo mismo aparcar una motocicleta que un tráiler: un Saturno, un Neptuno, un Urano o un Plutón no se aparcan en cualquier hueco. Tampoco se requiere la misma licencia de conducción en un caso o en otro. En la escuela, dicho sea de paso, deberían enseñarnos a manejar todo tipo de vehículos. Es decir, a saber cómo actúan las fuerzas planetarias, a conocer su naturaleza, porque no se trata de aprender algo sobre unos cuerpos celestiales que están ahí fuera a grandes distancias, no estamos hablando de un saber teórico, sino de los movimientos de la psique humana.

Por ejemplo, cuando un grupo de adolescentes le están haciendo mobbing a un compañero de clase, están combinando las fuerzas contrarias de Venus (falta de: sensibilidad, delicadeza, diplomacia, tacto) con las de Marte (agresividad, ira, violencia). Se les puede enseñar a los niños los valores positivos de dichos planetas para que sepan cómo combinarlos correctamente sin perjudicar a nadie.

Hasta ahora nos hemos referido a los aspectos planetarios sin más pero gracias a la Astrocábala –que tuvo en Kabaleb a su principal impulsor- sabemos que los planetas no son fuerzas ciegas, sino que poseen lo que podríamos llamar un “alma” que dirige sus movimientos, son los 72 instructores angélicos de la Cábala.

Cada uno de estos instructores posee un domicilio zodiacal, y nos impele a actuar de una forma determinada, bajo el impulso de cada planeta. Por ejemplo, el ángel nº 28, que se llama Seheiah, habla en su programa de promover (entre otras cosas) la capacidad de sanar. Neptuno tiene relación con el despertar la conciencia, el ir más allá, el abrirse a mundos desconocidos, la visión de futuro, la creatividad. No es de extrañar que el Dr. Christian Barnard –que realizó el primer trasplante de corazón a un ser humano- tuviera su Neptuno natal en grados de Seheiah.

El ángel nº 9, Haziel, habla en su programa de practicar la misericordia, en sus grados tenía la Madre Teresa de Calcuta su Sol de nacimiento. El Sol mueve la voluntad de la persona, el programa angélico nos indicará en qué dirección ha de moverse esa voluntad. Conocer la esencia de un planeta es interesante, pero si añadimos información sobre los programas angélicos estamos llevando la interpretación astrológica un paso más allá.

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