Simboliza la morada interior, mítica, en la cual el ser humano puede dialogar con la divinidad, con su Yo cuántico. En cuanto construimos esa morada, la divinidad puede expresarse desde dentro, lo cual evita que tenga que hacerlo por fuera, a través de circunstancias externas, de problemas, sufrimiento o trabas que hallamos en el camino.
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