El niño interior simboliza la pureza, la frescura, la ternura, la candidez, la espontaneidad, la sinceridad, la inocencia, la humildad, las ganas de jugar, divertirse, el estar fuera de la matrix, que es el mundo de la programación. Simboliza la imaginación, la alegría, la ausencia de condicionamientos, barreras y creencias, como no sea creer que todo es posible.
Los niños también representan los nuevos impulsos de la psique, los que nos llevan a renovarnos, a salir de la rutina. El niño interior es la libertad de soñar y de actuar siguiendo únicamente el impulso del espíritu, la cual, a medida que maduramos, va quedando limitada, maniatada y encerrada. Los niños no viven en el pasado ni en el futuro sino en el ahora, están libres de temores y de imágenes mentales.