En el libro En los Oscuros lugares del saber (Atalanta Ed.), el autor, Peter Kingsley, hace una interesante reflexión sobre la depresión: Es difícil huir del vacío que todos sentimos dentro, de la heroica tarea de encontrar sucedáneos para llenar el vacío. Y la otra manera es muy fácil, pero parece difícil.

Es sólo un asunto de saber dar la vuelta y hacer frente a nuestros deseos sin interferir en ellos. Sin embargo, se nos ha enseñado a escapar de nosotros mismos, a encontrar miles de buenas razones para desoír nuestros anhelos. Algunas veces aparece como depresión, que nos aleja de todo aquello que creemos y que queremos y nos hunde en la oscuridad de nosotros mismos. La voz es tan familiar que huimos de ella de todas las maneras que sabemos: cuanto más fuerte es la llamada, más lejos corremos.

Tiene la capacidad de enloquecernos y sin embargo, es muy inocente: es nuestra propia voz que nos llama. El aspecto negativo no está en la depresión, sino en esa huida de la depresión. Siempre queremos aprender del exterior, absorbiendo conocimiento de los demás. Así es más seguro. El problema es que siempre se trata de un conocimiento ajeno. Ya tenemos todo lo que necesitamos saber en la oscuridad de nuestro interior.